jueves, 1 de julio de 2010

WELCOME TO "O BARULLO"




Curvas y curvas por una sinuosa carretera que roza los abismos de lo espectacular, preceden la llegada a Aldea de Coro. Podíamos decir que es una aldea que se hizo a sí misma, sobre todo si tenemos en cuenta que aquí en la Casa de Xacobo, nació Manolo Uría, que es uno de los culpables de que Aldea de Coro empiece como el Ave Fénix a resurgir de sus cenizas. Hace ya unos años que se le metió en la cabeza que su aldea no sería una de esas aldeas gallegas en las que la gente se va yendo y las casas se caen. Así que Manolo, que ya ha vivido en Barcelona y ahora en Ponferrada, ha embarcado a medio pueblo y a toda su familia en esta labor. Cada fin de semana, se afana en reconstruir este grupito de casas en la que en todo el año viven tan sólo nueve personas, pero en la que en verano se monta una de las parrandas más espectaculares que vive la montaña lucense.
Manolo que es un gran conversador, paciente y sosegado tiene junto a él a su mujer, Mª Jesús, que es su mano derecha en esta ardua tarea de reconstrucción. Ella, que nació en Córdoba y que es restauradora, ella, que tiene acento andaluz con mezcla de ponferradino, pero que entiende perfectamente el gallego, ella es la reina de las Barulleiras de Aldea de Coro, como ella y ellas mismas se autodenominan.
Una tarde se le ocurrió que junto con otras mujeres del pueblo podían poner en marcha "El Barullo" una pequeña cantina en medio de la aldea. Allí se empezó sirviendo unas cuantas cervezas que cada una de las mujeres se trajo de su casa y en un par de noches se pasó de las cervezas al cubata…
Los jóvenes de Navia y de alrededores empezaron a frecuentar el bar de vez en cuando, así gracias a Elia de Morodo, Isolina de Caboza, Maribel de Manuel Álvarez y María Jesús de Xacobo, las Barulleiras, el Bar Coyote a su lado se queda pequeño. Y es que en Coro, el lugar donde se asienta "El Barullo", se respira el olor a mujer emprendedora.


Dependiendo de la época del año, las barulleiras sirven en su cantina comidas por encargo, hacen magostos o cocinan la caza que muchos cazadores les llevan después de haberse pasado el día en la montaña, y todo ello en un paraje de inmejorables vistas en el que los sotos de castaños se ciernen amorosos sobre los paseantes taciturnos…
En fin, que dicho lo dicho, ya no hay disculpa: Carretera de Navia a Rao, curvas a la derecha, curvas a la izquierda, un poco de Kepa Junkera en el CD, un árbol hueco en el que te mueres por sacarte una foto y en menos de un kilómetro verás un pequeño cartel pintado, que sin que lo sepas te ofrece lo inesperado, el encanto, la fiesta, la fuerza, Galicia, el calor de la gente: Benvidos a Aldea de Coro, ya no querréis iros de allí, os lo aseguro.

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