viernes, 14 de enero de 2011

LUNA VIVES

Entrevista a Luna Vives, socióloga y fotógrafa


Entrevista: Cristina Corral Soilán



DE “MUJERES Y FRONTERAS”


Luna Vives

Foto: Fernando Vives



De África se puede aprender mucho, y eso lo ha tenido muy claro Luna Vives a juzgar por cada una de las fotografías que se ha traído del continente. Luna es de Granada, tiene 29 años, es socióloga de profesión y tiene un máster en Geografía. Su trabajo de doctorado en la Universidad de British Columbia (Canadá) le ha llevado a ver el lado positivo -que tan pocas veces los medios nos muestran- de Senegal y de sus mujeres.

Luna se ha propuesto romper los tópicos que nos inundan cada día para descubrir a través de un objetivo la realidad de un grupo de mujeres senegalesas en España. Lo ha hecho a través del proyecto Mujeres y Fronteras, en el que Luna ha contado con la colaboración de un equipo formado por el fotógrafo y diseñador gráfico Javier Acebal, Patricia García Arias en la comunicación y María Díaz Perera en la Ilustración.Mujeres y Fronteras nos propone un viaje que parte de las ciudades y pueblos de origen de estas aventureras, traza las huellas que han ido dejando en su camino y echa la vista atrás para no olvidar nunca a l@s que se han quedado en casa esperando por ellas.


¿Cómo surge la posibilidad de hacer un proyecto relacionado con la mujer senegalesa?

Esta exposición está relacionada con mi investigación de doctorado. Después de unos cuantos años en el sistema universitario ves que hay gente brillante haciendo investigaciones estupendas y totalmente relevantes, que sin embargo se quedan en algún rincón oscuro de una librería acumulando polvo. Por desgracia suele haber una brecha entre la investigación universitaria y los ciudadanos de a pie que a mi personalmente no me gusta, por eso decidí buscar una manera de divulgación más accesible que la publicación académica y organizar estas jornadas. Muy pronto conocí a Javier Acebal, un fotógrafo y diseñador estupendo con el que he estado trabajando a lo largo de todo el proceso. Este es un proyecto de los dos.

¿Cuál es la finalidad de este?

Tenemos varios objetivos. Por una parte, queremos que la gente aprenda más sobre Senegal. Pensamos que si la gente conoce más sobre la sociedad y la cultura senegalesa, así como sobre su historia, se facilitará la relación entre los españoles autóctonos y la creciente comunidad senegalesa que vive en nuestro país. Yo estoy convencida de que lo que no se conoce es invisible y lo que es invisible no importa, ni para el ciudadano medio ni para la persona encargada de diseñar las leyes de inmigración y políticas de integración. La falta de interés por la mujer senegalesa – inmigrante, negra y por lo general musulmana – es especialmente flagrante, y por eso les hemos dedicado este proyecto. En particular en la exposición fotográfica quisimos romper los estereotipos que encadenan a las mujeres senegalesas que viven en nuestro país a una serie de estereotipos: mujeres dependientes, mujeres sumisas, mujeres trabajadoras del sexo, mujeres que vienen de vivir en un árbol en medio de la selva, mujeres analfabetas, mujeres limpiadoras, mujeres invisibles, inmigrantes sin papeles. De modo que el principal objetivo es sensibilizar a la población española y mostrarle el viaje que han hecho sus nuevas vecinas para estar hoy aquí entre nosotros.



¿Afecta de manera diferente la emigración al hombre que a la mujer? ¿Hay alguna diferencia entre las razones que llevan a las mujeres a emigrar frente a los hombres?

El género es un componente fundamental del fenómeno migratorio, no sólo una variable más como por lo general se ha venido asumiendo hasta ahora, creo que en parte porque hasta hace un par de décadas las personas que hacían este tipo de investigación eran sobre todo hombres con una visión particular del mundo. El estatus de la mujer en la sociedad de origen determina el cuándo, cómo, dónde y por qué de la emigración, y a la llegada es primero como mujer y luego como miembro de determinadas comunidades culturales, étnicas, lingüísticas o religiosas que se produce la integración. El género va poco a poco alcanzando la relevancia que se merece en los estudios de las migraciones, ahora lo que nos queda es ver cómo se combina con otros ejes de diferenciación social como la raza, la religión o la nacionalidad. Para responder a esta pregunta de otra manera, yo diría que sin duda las mujeres experimentan la migración de una manera diferente, pero esa experiencia no está sólo marcada por su género sino por una serie de factores que se combinan con el hecho de ser mujer.


Las mujeres retratadas tienen vidas reales ¿el hecho de centrarse en casos concretos es más efectivo a la hora de hacer comprender dramas colectivos?

Yo no definiría la emigración como un drama. Si bien es cierto que hay historias de una brutalidad extrema, en la mayoría de los casos las emigrantes vienen con la maleta repleta de esperanza y su vida en España no está falta de buenas experiencias. ¿Se vivió la emigración de mano de obra española a Europa Central como un drama? Yo creo que no, y uno de nuestros objetivos es retomar ese pensamiento positivo de la emigración, porque es algo que en muchos casos beneficia a la emigrante y también a la sociedad de acogida, en este caso la española.

En cualquier caso, nosotros creemos que contar historias de personas concretas puede facilitar la empatía de una manera que las encuestas o los reportajes sin rostro no pueden hacer. Nuestra relación con las mujeres que salen en las fotos no es la habitual entre una fotógrafa y la persona retratada: estas son nuestras amigas, las personas con las que hemos vivido y que nos han dado de comer durante los meses (el año, en el caso de Javi) que hemos estado en Senegal. Sus historias nos sirven para explicar una historia más amplia sin perder de vista que las personas implicadas son seres humanos y no simplemente titulares de un periódico.

¿Creen que somos conscientes de las situaciones que ellas viven hasta llegar aquí?

En España sabemos muy poco de África. Senegal se conoce sobre todo a raíz de la inmigración ilegal en cayuco a las Islas Canarias y los “top-manta”, dos fenómenos que conciernen casi exclusivamente a los hombres de esta nacionalidad. De lo que pasa antes de que lleguen aquí no se sabe absolutamente nada, porque no importa. África no importa si no es (mala) noticia, Senegal no importa y la mujer senegalesa aún menos, porque no vende. Las mujeres con las que hemos trabajado a menudo dicen que les han preguntado si en Senegal viven en árboles, si tienen coches o por qué “se disfrazan” para salir a la calle. Estas cosas que parecen una exageración las hemos oído nosotros en la sala de exposiciones donde estaban las fotografías.


¿Cuál es la situación de la mujer en Senegal?


La situación de la mujer en Senegal depende muchísimo de su lugar de residencia (no es lo mismo vivir en Dakar que en un pequeño pueblo del interior), de la pertenencia a uno u otro grupo étnico, de su religión, etc. La sociedad senegalesa es una sociedad compleja que además está experimentando una transformación radical en lo que respecta al papel de la mujer, de forma que se pueden encontrar desde mujeres con poco o ningún estatus con respecto a sus compañeros hombres hasta mujeres en puestos de mucha responsabilidad. Creo que en general hay una convicción de que si el país cambia, será únicamente contando con la fuerza y la lucha de las mujeres. Desde luego si hay algo que no le falta a las mujeres de este país es fuerza.


¿Cree que la imagen que vemos de las emigrantes es los medios nos ayuda a comprender su realidad?

No, al contrario, nos nubla la vista. Los medios no siempre quieren enseñar, fundamentalmente lo que quieren es vender. Una senegalesa que va todos los días a su trabajo, que comparte su vida con un hombre respetuoso y que un día decide emigrar para mejorar la vida de su familia no es noticia; la mutilación genital, sí. Una senegalesa que vive en Fuenlabrada y trabaja a diario de cajera en un supermercado con sus compañeras españolas no es noticia; el tráfico de mujeres para la prostitución, sí. Lo que nos llega al final es una representación distorsionada de la realidad que no ayuda a nadie, porque convierte a las inmigrantes en una caricatura de sí mismas.





Colectivo de las mujeres en luto contra la emigración clandestina

Thiaroy-sur-mer, Daka

Foto: Luna Vives


¿Su llegada a España supone de alguna manera una ruptura con su propia cultura?

Viajar siempre es un reto. No hacer turismo sino viajar, que son dos cosas diferentes. En ese sentido, creo que para las mujeres senegalesas al igual que para cualquier otra persona establecerse en un país en el que la lengua es diferente, la religión es otra (en la mayoría de los casos) y las reglas del juego no son las mismas significa una ruptura. España les obliga a reflexionar más sobre todo, a no dar ciertas cosas por sentadas. Pero no es porque sean senegalesas o porque lleguen a España, es porque son emigrantes.


¿Cambia su estatus al llegar aquí?


Al llegar, cambia todo. En el terreno laboral la situación de las mujeres en muchos casos empeora, sobre todo si son mujeres con estudios, porque en España no se concibe que una mujer Negra pueda trabajar fuera del hogar o de los clubes de carretera. El mercado laboral es muy, muy cruel con la mujer Negra. Por otra parte, dentro de la familia ha habido algunos casos en los que la mujer, a través de las campañas de sensibilización contra los malos tratos, se ha hecho consciente de sus derechos dentro del hogar y ha utilizado eso para negociar una mejor situación dentro de la familia. Esto no siempre funciona, porque en los casos que conozco el hombre en lugar de cambiar de actitud suele ponerse a la defensiva y la mujer acaba en la calle, en una sociedad que le ha dado las armas para denunciar pero no para superar una situación inaceptable en nuestro país. Luego está el caso más normal, en el que la mujer consigue, a base de muchos sacrificios, mejorar la vida de su familia en Senegal. Entonces poco importa si su estatus aquí es mejor o peor, porque allí se ha convertido en una figura de referencia para la familia. El respecto y el estatus que se deriva de esto hacen que la lucha merezca la pena.

¿Cuál es el futuro de la mujer en Senegal? ¿Y de la mujer Senegalesa en España?

No sé si yo puedo predecir el futuro, pero lo voy a intentar… El futuro de la mujer en Senegal depende de ellas mismas y de su voluntad por sumarse a una lucha por la igualdad de oportunidades en la que ya participan. Es importante tener en cuenta que el movimiento feminista en Senegal es diferente del que hemos visto en España, pero está ahí, presente y tiene mucha fuerza. Yo creo que van a alcanzar sus objetivos, quizás no en los próximos diez años pero los alcanzarán, y una prueba de ello es el número de mujeres en el gobierno, las universidades y en una menor medida el empresariado del país.

Sobre la situación de la mujer senegalesa en España soy mucho más pesimista porque requiere que la mayoría de la ciudadanía supere su complejo de superioridad hacia otras culturas, religiones, razas y nacionalidades. El día en el que en una entrevista de trabajo el color de la piel no tenga ningún impacto en la selección final, el día en el que una mujer senegalesa pueda andar por la Casa de Campo sin que los coches paren continuamente para preguntarle cuánto cobra, entonces se podrá hablar de que España ha comprendido cuál es su papel en toda esta historia. Mientras tanto la situación de la mujer senegalesa en España será siendo mala, fundamentalmente por culpa de nuestra propia arrogancia.


¿En qué se parece la mujer senegalesa a la española?

A todas nos queda mucho camino por andar hasta que disfrutemos de igualdad de oportunidades con respecto a nuestros compañeros.


¿Qué fotografía de las realizadas es su favorita y por qué?

Me resulta muy difícil escoger una foto, la verdad es que cada una tiene su historia. Quizás la que para mi representa mejor la historia que queremos contar es esta en la que sale la familia de Ana, una mujer que vive en Almería.


Foto: Luna Vives


Javi y yo queríamos buscar una manera de representar lo que significa la emigración de una mujer que es al mismo tiempo hija, madre, abuela y sostén económico de la familia. Es difícil plasmar en una sola imagen la dependencia económica que la familia tiene con respecto a aquella que se fue, pero también la dependencia emocional de la emigrante que deja atrás todo lo que conoce para embarcarse en esta aventura que es la emigración. Al final entre los dos decidimos probar una composición en la que se ve una silla vacía en el centro de un grupo familiar, los que dependen directamente del dinero que Ana manda cada mes desde España: unos padres mayores con problemas de salud, hermanos y hermanas que trabajan en el mercado local intentando arrancar algún que otro franco todos los días, una hija madre adolescente y un nieto recién nacido que necesita una operación urgente. Todas estas cosas son difíciles de ver en la foto si no te las cuentan, porque si te fijas en cada gesto y cada mirada hay una sonrisa y muchísima dignidad.


¿Qué ha dejado este trabajo en su vida?

Las mujeres que salen en las fotos han colaborado de forma voluntaria por la conexión personal que tenemos con ellas. Las familias que están en Senegal probablemente nunca vean el fruto de su participación. Esperamos que las mujeres que están en España sientan que por fin se les ha dejado ser protagonistas de su propia historia a pesar de que los que hemos organizado todo esto somos dos españoles Blancos.


Luna Vives.

Foto: Javier Acebal


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