jueves, 1 de julio de 2010

CLARA CAMPOAMOR, DERECHO A VOTO





Clara Campoamor, la mujer que hizo posible que las mujeres votáramos en España, nació el 12 de febrero de 1888 en el seno de una familia humilde del madrileño barrio de Maravillas. Por motivos familiares no pudo estudiar, lo que le llevó a desarrollar diversos trabajos antes de acercarse al mundo de la política. A los 21 años entró a formar parte del Cuerpo de Correos y Telégrafos tras aprobar unas oposiciones. Más tarde, también opositando, se convierte en profesora de adultas en el Ministerio de Instrucción Pública, donde solo enseñará taquigrafía y mecanografía al no disponer del título de Bachiller. Trabaja de manera simultánea como mecanógrafa en el Ministerio y en el diario maurista La Tribuna como secretaria del director, Cánovas Cervantes. Será a través de este trabajo que Clara comience a descubrir su pasión por la carrera política. Así, a los 34 años, obtiene el título de Bachiller y con 36 se licencia como abogada, una de las primeras de todo el Estado.

Los orígenes del voto femenino en España

Transcurre en España el verano de 1907 cuando con motivo del debate parlamentario sobre la reforma electoral empiezan a sonar campanas de renovación y dos grupos minoritarios presentan en el parlamento enmiendas en favor del voto femenino. Es cierto que ninguna de las propuestas plantea el voto en igualdad de condiciones entre hombre y mujer, y que sólo nueve diputados votarán a favor, pero este hecho permitiría que se encendieran los motores para que un año más tarde siete diputados republicanos volvieran a la carga proponiendo una nueva reforma: “podrán votar en las elecciones municipales - pero no ser elegidas - las mujeres mayores de edad emancipadas y no sujetas a la autoridad marital”. Veinte votos harán que la propuesta sea rechazada de nuevo. No obstante, y aunque estas propuestas no pudieron seguir adelante, son muchos los medios de comunicación que dan valor a esta avanzadilla por la democracia publicando textos relacionados con el “voto femenino”.
Durante estos años, tendrá lugar además la aparición de múltiples asociaciones de mujeres que luchan por sus derechos como la Asociación Nacional de Mujeres Españolas (ANME), la Liga para el Progreso de la Mujer, la Unión de Mujeres de España (UME), etc. y es que en aquel momento el voto femenino constituía ya un importante elemento del debate público.
En noviembre de 1919, el diputado conservador Burgos Mazo presentó un nuevo proyecto de ley electoral; este otorgaba el voto a: “todos los españoles de ambos sexos mayores de 25 años que se hallen en el pleno goce de sus derechos civiles” incapacitando, eso sí, a las mujeres para ser elegibles, además establecía dos días para celebrar los comicios, uno para los hombres y otro para las mujeres. Sin embargo, este nunca llegaría a debatirse pues el golpe de Primo de Rivera el 13 de septiembre de 1923 acabaría con el primer intento de avance de este proyecto.

Clara Campoamor y el voto de la mujer

Después de que Alfonso XIII abandonara su trono y tras el triunfo de la República, se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes y aunque solemos leer que la República dio el derecho al voto a la mujer, no fue todo color de rosa.
La II República supuso un retroceso frente al derecho de voto femenino parcial otorgado por Primo de Rivera, pues es cierto que en 1931, la mujer pudo ser elegida pero no electora. Es en este momento en el que Clara Campoamor sale elegida diputada en las listas del Partido Radical, que sigue su ideal político: es republicano, liberal, laico y democrático. Como diputada pelea por la no discriminación por razón de sexo, la igualdad legal de los hijos e hijas, dentro y fuera del matrimonio, el divorcio y en especial por el triunfo del voto femenino.
En este momento la izquierda, exceptuando un grupo de socialistas y varios republicanos, no quería que la mujer votase porque su cercanía a la Iglesia podía dar el triunfo a la derecha, ésta, que aunque no estaba de acuerdo con que “ellas” votasen, lo aprobaba porque creía que podía salir favorecida políticamente.
Estando así las cosas, el partido Radical Socialista enfrentó a Clara Campoamor en un arduo debate con la diputada Victoria Kent, esta última en contra del voto femenino. Campoamor saldría victoriosa del debate, y a pesar de no contar con mayoría en cuanto a votos, obtendría el apoyo de la minoría derechista, la mayoría del PSOE y de algunos republicanos, no sin polémicas, incluso en el parlamento, tras ser aprobado el famoso artículo 34 que daba a las mujeres el derecho a votar.
Tras estos hechos, en una nueva ocasión Victoria Kent y los radicales intentaron arrebatarle el triunfo a Campoamor a través de una enmienda constitucional, pero Clara desestimó este hecho. A pesar de ello, aún habría un último intento de impedir el voto femenino por el que Clara Campoamor luchó siempre: fue cuando la derecha abandonó el Parlamento por la Ley de Congregaciones. Con esta enmienda se pretendía que la mujer no pudiera actuar en elecciones legislativas hasta que se hubieran celebrado, por dos veces, elecciones municipales, retrasando así el “sufragio universal”. Clara Campoamor ante aquella enmienda, tal y como ella misma afirmaría, adoptó una defensa de la mujer a través de la defensa de la Constitución, de una manera tan loable que le valió de nuevo la victoria por solo cuatro votos.

Apoyándose en el PSOE y en algunos republicanos de derecha, derrotó a los socialistas de Prieto y a los republicanos de su propio partido, el Radical, el Radical Socialista y el de Azaña; esto supuso un gran escándalo político que degeneraría finalmente en el hecho de que en el año 1933 la CEDA (Confederación española de derechas autónomas) ganara las elecciones y Lerroux formara gobierno. La derecha achacaría esta victoria a Clara Campoamor, que después de esto no consiguió renovar su escaño y comenzó a partir de aquí un periplo que la llevaría a la decrepitud política.

Clara decide abandonar al año siguiente el Partido Radical, entre otros motivos por su subordinación a la CEDA, y cuando en el 34 solicita ingresar en Izquierda Republicana no solo le abren expediente sino que además votan en público su admisión, que fue denegada para su humillación.
A pesar de que el Frente Popular ganó las elecciones gracias al voto femenino que Clara Campoamor consiguió para todas las mujeres, ella no consiguió entrar en las listas. Es en ese momento, en el año 1935, cuando Clara Campoamor publica con valentía uno de los libros de política más interesantes escritos en España: Mi pecado mortal. El voto femenino y yo, en el que cuenta todos sus avatares para llevar a cabo la consecución parlamentaria del sufragio universal.

El inicio de la guerra la hizo huir de Madrid ante el miedo a ser paseada por los republicanos con los que ella misma había luchado. Vivió en París y más tarde en Buenos Aires donde se hizo traductora y conferenciante, además de biógrafa de Concepción Arenal, Sor Juana Inés de la Cruz y Quevedo.
Clara Campoamor quiso volver a España a finales de los años 40, pero corría serios riesgos de ser encarcelada.

En 1955 se instaló en Lausanne (Suiza), trabajando en un bufete hasta que perdió la vista. Murió de cáncer, triste y en total soledad en abril de 1972.


Cristina Corral Soilán

Bibliografía

www.almendron.com/historia/contemporanea/sufragismo/sufragismo

joseantoniobru.blogspot.com/2007/03/de-emmeline-pankhurst-clara-campoamor

www.segundarepublica.com/index.php

es.wikipedia.org/wiki/Clara_Campoamor

es.wikipedia.org/wiki/Eva_Per%C3%B3n

VILARDELL V., Clara Campoamor la sufragista, Colección Sabelotod@s Madrid: Editorial Rompecabezas – Raíz de dos más 1, 2007.

CAMPOAMOR, C., La revolución española vista por una republicana, ed. y trad. de Luis Español Bouché, Sevilla: Espuela de Plata, 2005.

El voto femenino y yo. Mi pecado mortal. Colección La cosecha de nuestras madres, Madrid: Horas y HORAS la editorial, 2006.

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